Ayer, el tren de mi felicidad salió de su estación. Sin rumbo fijo, sin boleto de vuelta, con las cosas muy claras, partió. Me dejó con las valijas llenas de fotos, garabatos y camisetas con su olor. Él sin embargo iba con los puesto, sin ningún objeto de valor, sin piel del pasado.
SÍ, SE HA IDO. LA FUERZA DE ALGUNAS PALABRAS, MATAN.
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